Son muchas las razones por las que una empresa alimentaria llama a la puerta de una empresa consultora para solicitar sus servicios. En ocasiones se trata de una necesidad por falta de experiencia del personal interno a la hora de gestionar ciertas actividades, pero existen muchas otras entre las que destacan:
- La opinión externa.- Al igual que a veces se pide opinión para comprar un coche, un vestido o un lugar para ir de vacaciones; a las empresas les resulta interesante conocer la opinión de personal experto sobre decisiones difíciles que debe afrontar o ver si la decisión adoptada resulta correcta. En este sentido, además del conocimiento teórico del consultor, se cuenta con su experiencia previa tratando con problemas similares en otras industrias; pudiendo aportar así nuevas ideas o visibilizar posibles problemas frente a las decisiones a tomar por la empresa; ayudando así a que ésta gestione las implicaciones positivas o negativas de su decisión.
- El “ojo de fuera”.- Cuando una empresa lleva cierto tiempo trabajando con un sistema, en ocasiones los problemas se vuelven invisibles dentro de la organización, y es por tanto aconsejable esa “mirada externa” que los ponga en evidencia para poder tomar las medidas adecuadas, las cuales pueden asimismo ser aportadas por un consultor.
- El “catalizador del cambio”.- Ante cambios o nuevas implantaciones en sistemas de gestión de una empresa, el personal puede verse desbordado con la asimilación de nuevas actividades, procederes y tiempos de implantación. Un consultor puede ayudar a gestionar todo ese estrés, programando tareas a realizar y dando apoyo al personal que las llevará a cabo.
- La “energía adicional”.- El día a día en una empresa lleva a veces a no tener tiempo para concentrarse en ciertos problemas o nuevos proyectos y el contratar nuevo personal interno para cubrir ciertos vacíos no es una opción para muchas empresas. Es por ello que muchas veces los consultores se convierten en trabajadores “temporales” altamente cualificados para ayudar en ciertas tareas bajo la aprobación final de la empresa.
- La especialización.- Muchos consultores, como se comentó al inicio, poseen habilidades especializadas que a menudo no existen internamente en una empresa y para ella suele ser más barato contratar externamente durante periodos de tiempos acotados personal con estas habilidades.
- La imparcialidad.- A veces, cuando las empresas están trabajando en un problema desafiante o en un proyecto controvertido, puede ser difícil para ellas tomar decisiones o tomar las medidas necesarias sin quedar atrapadas en las emociones o la política. Por lo tanto, se contratan consultores para proporcionar un ojo imparcial.
- El “saber compartido”.- Los consultores terminan siendo en gran medida formadores o capacitadores del personal; bien sea por los saberes aportados a la empresa a través de las acciones comentadas anteriormente o a través de cursos o formaciones específicas, desde las más clásicas presenciales a las más modernas online.
En cualquiera de los casos señalados, y como todo en la vida, es uno mismo, en este caso la empresa contratadora, la que tiene la responsabilidad final y la que da el visto bueno a todo lo aportado por un consultor; además de ser consciente de los pros y contras de sus decisiones finales; tanto para su empresa como para los clientes y consumidores a los que da servicio.
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Dpto. Técnico