Los detectores de metales se utilizan en las empresas alimentarias para determinar la presencia de partículas metálicas, con preferencia en el producto final y en ocasiones se hace en otras fases del proceso de fabricación, según lo que cada industria determine en su análisis de peligros y riesgos asociados.
El detector de metales es un equipo (en forma de túnel cuadrado o circular) que genera un campo magnético en su interior. Las partículas metálicas que pasan a través de este campo generan una distorsión en el mismo dando lugar a una señal de alarma y/o el rechazo de ese producto.
La distorsión generada por un objeto metálico que pasa a través del cabezal se denomina “señal”. Esta distorsión o señal puede ser de dos tipos:
- Un valor reactivo (señal reactiva).- generado por un metal de composición ferrosa (color rojo en figura 1).
- Un efecto resistivo (señal resistiva).- generado por un metal de composición no ferrosa (color amarillo en figura 1). El acero inoxidable (color verde en figura 1) también genera un efecto de este tipo pero menos fuerte, con lo que la dificultad de detección es mayor.
Figura 1.- Representación de señales en el detector de metales.
Cuanto más alejada del eje de perpendicular, y más grande (larga) sea la señal, mayor será la detección. En general, el acero inoxidable da lugar a una señal débil (corta) y normalmente cercana al eje perpendicular de detección (que sería cuando ningún material pasa por el detector). Para complicar aún más las cosas, el propio producto puede causar distorsiones en el campo ya que tiene su propia conductividad (color gris en figura 1) la cual se ve incrementada por su composición, por ejemplo, en agua o/y azúcares. Este tipo de situación puede dar lugar a falsos rechazos, por lo que hay que programar el aparato para que “ignore” la señal generada por el propio producto. Esta acción ha de ser muy cuidadosa, ya que al abrir una ventana (sombra rosa en figura 1) a ciertas señales por las generadas por el producto, se puede incluir en ellas señales de metales de baja intensidad (cortas) o cercanas al eje central; con lo que se dejarían de detectar ciertos metales o de ciertos tamaños (ver en la figura 1 lo cerca que pueden quedar metales como el acero inoxidable, color verde, dentro de esta ventana).
Cuanto más pequeña es una pieza de metal, más débil es la señal y más cercana va a estar a la ventana de señal de producto. Por ello es importante trabajar con piezas metálicas para testar, calibrar y validar el equipo, determinando cual es el tamaño de pieza más pequeño detectable.
La sensibilidad del detector de metales viene determinada por el tamaño del cabezal detector; debiendo ser ésta adecuada al tipo de producto que pasará a través de la misma. Será lo suficientemente grande para que pase el producto pero no tan amplia como para que el detector tenga dificultades en la creación del campo y detección de disturbancias.
Un buen detector de metales deberá ser capaz de bloquear las interferencias tales como vibraciones (propias del trabajo en fábrica por personal, equipos y vehículos) y otros “ruidos” de naturaleza eléctrica que puedan proceder de equipos adyacentes. Además es importante no dejar cerca objetos tales como piezas metálicas, bolígrafos detectables, etc. y controlar los efectos que la temperatura y humedad puedan tener en la detección de metales.
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Dpto. Técnico